¡Salud, mis amantes del brindis!
Texto: Joanna Vallejo
@sommelieralacarta
Si las burbujas son celebración, el champagne es el festín de los dioses. Esta efervescente joya nació en la región francesa que lleva su nombre, pero fue una mujer visionaria quien lo catapultó a la fama: Madame Veuve Clicquot. Tras quedar viuda a los 27 años, esta mujer icono del siglo XIX no solo salvó su bodega de la quiebra, sino que revolucionó la industria, y creó el primer champagne rosé moderno. ¡Gracias a ella, hoy brindamos con burbujas rosadas que desafían la gravedad!
Si aún necesitas excusas te dejo algunos datos súper atractivos que son parte de la historia de la elegancia, el lujo y la sutileza.
- ¿Habías escuchado que las copas de champagne vintage, tipo las usadas en el (Gran Gatsby) se inspiraron en ¡los senos de María Antonieta? Aunque es una leyenda divertida, la realidad es que esta forma, conocida como coupe, precede a la reina.
- Es el «Sommelier líquido» más versátil: Gracias a su acidez vibrante y burbujas limpiadoras, el champagne es el compañero perfecto para casi cualquier comida: desde sushi y mariscos hasta picante, postres y porque no, ¡papas fritas y pizza!
- No necesita herramientas complicadas: ¿Olvidaste el descorchador? ¡No te preocupes! Sus burbujas se liberan con un suave pop que anuncia felicidad. Eso sí: nunca apuntes el corcho a alguien. Una botella de Champagne tiene aproximadamente 5-6 atmósferas de presión. Para que te des una idea: Es la fuerza suficiente para lanzar un corcho a más de 60 km/h.

Ahora ya sabes por qué sigue siendo la bebida de lujo por excelencia y como decía Napoleón: «En la victoria, lo mereces; en la derrota, lo necesitas».
La vida es demasiado corta para beber burbujas aburridas.
Su sommelier a la Carta
Joanna Vallejo







