“El matrimonio no es un trofeo, es un esfuerzo y decisión mutua de todos los días”.
Texto: Dessy Gutiérrez
Foto: Cortesía
Es común escuchar opiniones encontradas en los grupos de familia sobre las decisiones que toman las parejas, al preferir compartir un hogar antes de “formalizar”, palabra favorita de nuestros padres y madres para referirse al matrimonio.
“Los tiempos cambian”, solemos decir como respuesta rápida para evitarnos el lío. Sin embargo, es real que las épocas no son las mismas; desde el acceso a la información y hasta la mismísima economía. No es que los jóvenes no decidan casarse por libertinaje, porque para empezar la gente ya ni siquiera se casa tan joven. De acuerdo con el INEGI, la edad promedio en que un hombre se casaba en el 2013 era de 29 años, y una mujer a los 26… en 2022 esa edad promedio en México se recorrió otros cinco años para cada sexo, y digo, tiene sentido que hoy las “treintonas” para nada son vistas como “las quedadas” sino casi como las que podrían imponer tendencia nupcial… pero sabemos que esto tampoco llega a ser una notoria prioridad en la agenda de muchos millennials y centennials.
A mis 25 años, titulada y con un trabajo estable, cumplí felizmente un año viviendo con mi novio sin anillo en mano. No es por presumir ni convencer, pero el “pecado conyugal” ha representado una enorme oportunidad para ambos; no solo de conocernos hasta el mínimo detalle de nuestro genio, cariño y mañas, sino de arrancar de cero un proyecto conjunto en donde la meta nunca ha sido el vestido, la fiesta o un contrato, sino asumir la responsabilidad y compromiso mutuo de lo que significa ser y hacer EQUIPO.
La vida ya no es solo jugar a la casita, porque hasta para tener un bebé, hoy más que nunca representa un privilegio de solvencia económica. Lo que para nuestros abuelos era un “paso siguiente”, para muchos son varios peldaños en una misma etapa, y me gusta pensar que esto no es atentar contra la moral sino que simplemente es hacerlo diferente, y cuando la solvencia económica así lo permita.
El matrimonio no es un trofeo, es un esfuerzo y decisión mutua de todos los días. Para nosotros la boda no representa el festejo del inicio de nuestro compromiso, se festeja el amor y unión que ya teníamos y la afianzamos acompañados con nuestros seres queridos rumbo al futuro. Así que puede que aún no esté casada, pero les aseguro que yo ya vivo a diario mi “felices para siempre”.
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