Todo lo que nos une, nuestra esencia y fuerza no radica en nuestras diferencias, ¿por qué pareciera que no podemos recordarlo?
Texto: Dessy Gutiérrez
IG: @dessygm
Nuestro país, a lo largo de su historia independiente, ha sido protagonista de diferentes transiciones políticas, convulsiones económicas y levantamientos sociales; sin embargo, pareciera que apenas en pleno siglo XXI se dirige en picada a un polarización profunda y violenta como la podemos visualizar hoy con señalamientos, comentarios y preceptos entre sus clases y agrupaciones sociales.
No creo exagerar ni tantito en mi preocupación ante ciertas reacciones, publicaciones y argumentos que se desataron tras una contienda electoral. No es posible la manera en la que mucha gente que se considera de un estrato de clase media o clase alta se sienta con la completa comodidad de hablar pestes de la gente que considera “inferior a ella”; el clasismo y racismo siempre han existido lamentablemente en la población mexicana, pero ya desear que le vaya mal a quien la tiene complicada por pensar distinto es otro nivel de desprecio y no vamos a llegar a ningún lado si seguimos de esta forma.
El México que me hace arder el pecho de orgullo es el país que no solo es rico en colores, sabores, culturas, idiomas y creencias, sino que también está caracterizado por una genuina EMPATÍA A LA MEXICANIDAD. A mí nunca se me borrará de la memoria, el cómo somos nosotros los mexicanos/as a diferencia de cualquier nacionalidad “primer mundista” quienes tenemos la verdadera capacidad de vernos a los ojos reconociéndonos mexicanxs y sin importar absolutamente NADA MÁS en momentos críticos, de riesgo o desgracia nos ayudamos unos a otros, como miembros de una misma familia, como si nos conociéramos de toda la vida, nos arropamos, lloramos, celebramos y luchamos como si dependiéramos todos y todas de alcanzar la misma copa mundial, sacar a la mayor cantidad de gente de los escombros, de procurar a quienes lo perdieron todo, de reconstruir aquello que está destrozado… Vaya, aquellos momentos donde genuinamente entendemos dónde está el éxito común.
Desde el fondo del corazón no saben cuánto deseo que México, ante un momento crucial y peligroso como en el que se encuentra, acordemos un punto medio, un objetivo de éxito y prosperidad donde nos incluyamos parejo, donde trabajemos codo a codo sin descanso para salvarnos unos a otros, sin filias ni fobias y dejando por completo nuestras diferencias a un lado. Sé que no soy la única ambiciosa, me niego a serlo.
