La cuestión es sencilla, si alguien habla mal de su pareja, está hablando mal de sí mismo.
Texto: Coach Hugo Jaramillo
@virtudheroica
Queridos amigos y seguidores, ¿han estado presentes en alguna reunión en donde parejas se exponen mutuamente y se atacan a través de comentarios sarcásticos? En esta ocasión quiero compartir con ustedes un tema al que muy pocos le dan la relevancia correspondiente, y se trata de lo común que es escuchar comentarios pasivo-agresivos entre parejas.
La cuestión es sencilla, si alguien habla mal de su pareja, está hablando mal de sí mismo. ¿Tiene sentido? Pues la pareja es, de hecho, una de las decisiones más importantes y trascendentales en la vida de cualquier persona; así que, cuando alguien expone, humilla o hace comentarios sarcásticos o irónicos sobre el otro en su círculo de “amistades”, imagínate lo que dice de su capacidad para reflexionar y tomar decisiones importantes…
Además, considera que a muchos de esos “supuestos” amigos puede encantarles hacer leña del árbol caído, es decir, puedes no ser consciente que cerca de ti hay quien goza al saber que ustedes son tan infelices como parecen serlo por lo que expresan. Tal vez, ese gozo sea un alivio a su desdichada vida, tal vez los hace sentir mejor que hay otra pareja tan o más infeliz que la suya. ¡No les des el gusto!
Estimado lector: Si actualmente te encuentras en una relación, es porque consideras que a través de esa relación te santificas, es decir, que libremente te has decidido por un “sí” a un proceso que persigue un propósito significativo y trascendente; ambos lo hacen, por lo tanto, un noviazgo o matrimonio implica un compromiso para construir algo especial. Si no, ¿qué caso tiene?
Por lo tanto, ¡honren ese compromiso! Atrévanse a ser diferentes: Edifíquense, enaltézcanse, hablen bien el uno del otro, y no permitan que los prejuicios, la envidia, el resentimiento y demás males del mundo entren por la más mínima rendija en su relación y la destruya. Permanezcan más unidos; más fuertes y, contra toda expectativa mundana: ¡ÁMENSE!