El bienestar físico no se limita a la ausencia de enfermedad o dolencia. Incluye la capacidad de realizar actividades diarias sin fatiga excesiva, tener energía para disfrutar del tiempo libre y poder resistir enfermedades.
Texto: Osiris Castillo
Imagen: Cortesía
Es importante mantener un equilibrio puesto que hay una conexión inseparable entre la mente y el cuerpo.
El bienestar físico no se limita a la ausencia de enfermedad o dolencia. Incluye la capacidad de realizar actividades diarias sin fatiga excesiva, tener energía para disfrutar del tiempo libre y poder resistir enfermedades. Sin embargo, este estado de salud física óptima es difícil de alcanzar si la salud mental y emocional no están en equilibrio.
Esto se refiere a nuestra capacidad para manejar el estrés, relacionarnos con los demás y tomar decisiones. Cuando estamos mental y emocionalmente sanos, somos capaces de controlar nuestras emociones y comportamientos, enfrentar los desafíos de la vida, mantener relaciones positivas y recuperarnos de las dificultades y contratiempos.
Existe una fuerte correlación entre la salud física y la salud mental. Por ejemplo, el estrés crónico, la depresión y la ansiedad pueden causar problemas de salud física como enfermedades del corazón, úlceras, colitis y disfunción inmunológica. Del mismo modo, las enfermedades físicas pueden llevar a problemas de salud mental. Por ejemplo, una enfermedad crónica puede llevar a la depresión.
Por lo tanto, es esencial cuidar tanto la salud física como la mental. Esto puede incluir una dieta saludable, ejercicio regular, suficiente sueño, manejo del estrés, relaciones sociales positivas y, si es necesario, ayuda profesional. Ahora tenemos que hacernos el siguiente cuestionamiento: ¿Cuáles son los signos de un desequilibrio entre la salud física y mental?
Aquí te menciono algunos que son comúnmente reportados:
• Cambios en hábitos alimenticios o de sueño
• Pérdida de la motivación
• Estrés
• Aislamiento social
• Cambios de humor severos que causan problemas en sus relaciones
• Pensamientos rumiantes de preocupación o tristeza
• Dolores y molestias inexplicables
• Tener resfriados, tos o infecciones frecuentes
• Sufrir síntomas físicos (como problemas digestivos) sin razón aparente
• Sufrir una enfermedad crónica o dolor frecuente
• Sentir cansancio y desgaste a menudo
Al cuidar nuestra salud mental, estamos invirtiendo en nuestra salud física. Y al cuidar nuestro cuerpo, estamos apoyando nuestra mente. Ambas son esenciales para nuestro bienestar general.
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