Si has decidido ampliar tus posibilidades de relacionarte desde la ética y el cuidado, el camino no es fácil pero siempre vale la pena animarnos a recorrerlo.
Por: Teresa Almanza
IG: @teresamagiaviva
Cada semana veo y escucho cómo se derrumban ideas y pilares del amor romántico. El plan de vida incuestionable donde la vida deriva en el matrimonio y construir una familia, se transforma. Las personas nos cuestionamos los filtros para elegir nuestros vínculos y también nos cuestionamos las formas de relacionarnos.
Se ha vuelto natural escuchar sobre quienes ejercen no monogamias, prácticas autoeróticas y no dirigirnos por la prisa de elegir una forma de vida estática y predecible. Con lo anterior también viene el duelo de lo que siempre creímos que sería, el duelo de renunciar a partes de nuestra identidad para hacerle espacio a la reconstrucción de una nueva, más afín a quienes somos hoy.
Al análisis, reflexión y duelos le acompaña también mucha emoción y una fuerza liberadora que, desde donde estén, nuestros ancestros deben celebrar con gozo.
La libertad de elegir formas libres, amorosas y sostenibles nos ha llevado a asumir y pulir nuestra responsabilidad emocional y afectiva, amigarnos con procesos de terapia formal, contenido escrito, virtual y experiencias vivenciales que nos permitan mirarnos con transparencia para conocer lo que queremos realmente, lo que nos da miedo, los aspectos negociables y no negociables al establecer una relación erótica y/o afectiva y vamos detectando también el presupuesto emocional disponible y los cuidados afectivos que necesitamos.
Entre tantos cambios, también llega la sensación de que lo que buscamos probablemente no exista.
Escribo este texto para decirte que todos los ajustes que has venido haciendo contigo y con quienes te relacionas van bien, que tienes derecho a pedir lo que necesitas, que no hay personas tóxicas, hay necesidades no cubiertas y que todo eso que buscas existe si puedes nombrarlo.
Si has decidido ampliar tus posibilidades de relacionarte desde la ética y el cuidado, el camino no es fácil pero siempre vale la pena animarnos a recorrerlo.