Mi fascinación por la naturaleza nació cuando era pequeño, ya que, en lugar de comprarme juguetes, mi mamá me regalaba libros sobre animales salvajes. Esto despertó en mí un gran interés por los animales, los ecosistemas y la naturaleza en su forma más pura.
Por: Oscar Arreola
@o.arreola
Mi fascinación por la naturaleza nació cuando era pequeño, ya que, en lugar de comprarme juguetes, mi mamá me regalaba libros sobre animales salvajes. Esto despertó en mí un gran interés por los animales, los ecosistemas y la naturaleza en su forma más pura.
Con el tiempo, comencé a ver documentales en Discovery Channel y Nat Geo, lo que avivó aún más mi curiosidad, especialmente sobre los secretos que ocultaban los lugares más remotos y desconocidos del planeta.
A medida que profundizaba en estos programas, mi intriga creció: ¿Cuánta vida salvaje quedaba aún en nuestro planeta y qué tan difícil sería acceder a esos lugares tan desconocidos para los humanos? Poco a poco, mi interés se convirtió en una pasión, y me propuse llegar hasta los rincones más alejados del mundo para experimentar de primera mano la belleza incomparable de nuestra madre tierra, también conocida como la pachamama.
Nunca olvidaré el momento en que finalmente tuve la oportunidad de hacer mi primer viaje para ver animales salvajes. Fue a la Isla de Guadalupe, en Baja California, para observar al impresionante tiburón blanco. Ese viaje me hizo darme cuenta de lo afortunados que somos en México, un país lleno de una increíble diversidad y abundancia de vida salvaje. Además, me hizo comprender que aún quedan muchos rincones por descubrir en nuestro planeta, por lo que, a partir de esa experiencia, mi interés por conocer más sobre el mundo en el que vivimos creció aún más.
Hasta el día de hoy, he tenido la suerte de visitar todos los continentes, excepto la Antártida, que es el próximo sueño que anhelo cumplir. He explorado una amplia variedad de ecosistemas, desde las heladas tundras hasta los áridos desiertos. He buceado en diferentes océanos, en busca de los animales más exóticos que nuestros mares albergan, tal como la Manta gigante de islas Revillagigedo, y he escalado hasta los majestuosos Himalayas para intentar encontrar las especies más insólitas de la Tierra, como lo fue el leopardo de las nieves, también conocido como el fantasma de las montañas.
A lo largo de mis viajes, he tenido la dicha de conocer culturas y costumbres profundamente distintas a las mías, de las cuales he aprendido valiosas lecciones que han enriquecido mi vida y me han permitido crecer como persona. Sin embargo, también me he hecho una pregunta constante: ¿hasta cuándo entenderemos que, si no cuidamos y preservamos el planeta, toda esta vida salvaje y la naturaleza que he tenido el privilegio de conocer podría desaparecer? Mi mayor temor es que mis hijos no tengan la oportunidad de ver lo que yo he visto. Por eso, es urgente que todos empecemos a aportar nuestro granito de arena para proteger y preservar el planeta que compartimos.